sábado, 19 de febrero de 2011

La hecatombe arrocera que se viene: ¿Quién la detiene?

Después del error garrafal que cometió el gobierno el 31 de mayo del 2008 al anunciar el cierre a la salida de arroz ecuatoriano hacia Colombia, el sector nacional de dicha gramínea ha sufrido dolorosos vaivenes a causa de la desacertada decisión gubernamental señalada. Se permitió sólo la salida de 20,000 toneladas de arroz hacia Venezuela, debido “al cariño que le tenemos a Venezuela”, como dijo el primer mandatario. Tal vez ésta fue una de las primeras veces que en el Siglo XXI se conducía los grandes intereses económicos de una nación por “cariño” hacia un país y el desprecio hacia otro. Este tipo de doble conducta también se reflejó en las intenciones de la medida con respecto a los ciudadanos ecuatorianos: cariño para el consumidor (precios bajos) e incomprensión hacia el productor arrocero (siempre indefenso ante los stocks agigantados, los costos de producción altos, y los precios de la gramínea bajos).
Tres años más tarde, Ecuador aún no resuelve su crónico problema de excedentes de arroz, que ocurren con mayor intensidad precisamente en el momento más indeseado, la cosecha invernal, y que propician con frecuencia una caída estrepitosa de los precios del grano. Pero lo interesante del caso ahora es que Ecuador está tratando con “guantes de seda” a Colombia con respecto a la obligación del último de comprarle libremente al primero la producción de arroz sin ambages ni limitaciones ni condiciones.
En febrero del año pasado, el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) emitió un dictamen favorable a Ecuador en el litigio (proceso judicial 118-AL-2003) planteado por este país contra su vecino norteño por prohibir que el arroz ecuatoriano ingresara a territorio colombiano. Este año, en cambio, Colombia no nos cierra la frontera al arroz por completo pero nos tira una mera migaja en ese sentido, imponiéndonos un absurdo y humillante contingente de 40,000 TM de arroz paddy cuando su proyectado déficit para junio del 2011 es 156,000 TM. Es decir, la verdadera necesidad colombiana de importar arroz es cuatro veces mayor al mísero contingente que se le otorga a Ecuador como país excedentario de la gramínea y socio comercial. En cambio, para abril se prevé un excedente de 129,000 TM de arroz pilado en el Ecuador, sin contar la reserva estratégica que mantiene la UNA (Unidad Nacional de Almacenamiento). Es necesario también resaltar que las 40,000 TM de arroz paddy o en cáscara se convierten en solamente 22,000 TM de arroz pilado. Además, se escucha que el gobierno ecuatoriano se quedará con la mitad del contingente colombiano, de tal forma que lo que recibiría el sector arrocero privado sería escasamente el equivalente de 11,000 TM de arroz pilado para exportar al vecino país. Esto es obvia y escandalosamente una injusticia si se toma en cuenta las 129,000 TM de arroz pilado de excedente que tendría el sector privado ecuatoriano en abril.
Entonces, ¿qué espera la Cancillería del Ecuador para ejercer los derechos del país amparados dentro de la Comunidad Andina y nuevamente enjuiciar a Colombia en el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina de Naciones por interferir en el comercio libre entre naciones comercialmente asociadas?
El año pasado Ecuador tuvo el derecho de imponer una sobretasa arancelaria de 5% a 5 productos estrellas importados desde Colombia por su actuación en referencia a nuestro arroz. Sin embargo, no lo hizo. Este año el gobierno ecuatoriano se conforma con un exiguo contingente de arroz—y en cáscara, repito, no en pilado—y hace mutis.
No es que se le quiera forzar al país vecino importar un producto más caro que el que la nación colombiana produce. ¡Todo lo contrario! El arroz ecuatoriano es mucho más barato que el colombiano. Según la Federación Nacional de Arroceros de Colombia, el precio del arroz en cáscara en dicho país es US $43 la saca de 200 libras en el campo. En estos momentos el precio de la saca de arroz en cáscara de 210 libras (ojo, no de 200) en el Ecuador es US $23 a 24 en bodega de comprador (y no en el campo), considerablemente más bajo que el precio colombiano prevaleciente así como el referencial de $28 la saca sugerido por el gobierno ecuatoriano. Más allá de que en el sector no se estén respetando los criterios del Ministerio de Agricultura en referencia a precios para el arroz, el gobierno parece haber asumido una actitud pasiva, letárgica, y pusilánime frente a la peligrosa situación actual que amenaza la futura cosecha arrocera venidera en escasamente dos meses.
Esto es alarmante y a la vez tragicómico, puesto que en el Ramada Inn de Guayaquil recientemente el canciller ecuatoriano hizo alarde de que el gobierno estaba tratando de colocar arroz ecuatoriano en Irán y la Unión Europea. Cantaleta como ésta de vender arroz a países que nunca les hemos vendido y que poseen paladares distintos para el arroz a los nuestros se escucha desde hace tiempo desde círculos oficiales. En septiembre de 2009 el Ministro de Agricultura anunció que se estaba negociando alrededor de 100,000 TM entre Irán y Libia. Casi dos años después no ha pasado nada al respecto. De la misma forma probablemente no ocurrirá nada con la Unión Europea, ahora mencionada por primera vez para venta de nuestra gramínea. Con más cantos de sirena y cortinas de humo, no se resuelve el problema que está a punto de reventar y que ya se perfila fuertemente en la iliquidez que afecta al sector arrocero.
Señores del gobierno, no se vayan tan lejos a negociar nuestro arroz, si es que en verdad lo están haciendo, cuando tenemos nuestro natural e histórico comprador tan cerca, sólo del otro lado de la frontera del norte. Pero para lograr una venta justa y totalmente libre a Colombia, hay que pararse firme e ir a la CAN para reclamar y tomar represalias comerciales legítimas. Mayor fuerza a favor de Ecuador en este caso aporta el hecho de que Ecuador tiene un déficit de US $153 millones en la balanza comercial con Colombia.
Lo demás es, a mi parecer, una pérdida de tiempo o un burdo intento por engañarnos. De nada sirve que un gobierno quiera impresionar a un sector con úrea barata a US $10 el saco (aunque poca, de mala calidad, y traída a destiempo) cuando posteriormente la cosecha no tiene compradores y sus productores se van a la quiebra. ¿De cuánto vale que la UNA abra más bodegas y almacene y almacene arroz si después el grano sale a cuenta gota o se daña en sus instalaciones y dicha entidad pública pierde liquidez y eficacia?
Si la hecatombe arrocera llega en abril, los compradores siendo escasos y los precios del grano colapsando, nos otorgaremos el derecho de hacer eco a esa frase muy usada por el actual gobierno: ¡Prohibido olvidar!

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