sábado, 13 de octubre de 2007

Otra vez el problema del gas y la agro-industria

Otra vez el problema del gas y la agro-industria:
Los burócratas del gobierno no entienden la problemática del agro ecuatoriano
Por
Pedro López Juiz
Presidente, Asociación Riosense de Arroceros y Soyeros

Lo vi cuando entraba al inmenso salón de espera para vuelos nacionales del aeropuerto Joaquín Olmedo de Guayaquil. Caminaba apresuradamente hacia la zona de embarque que conduce hasta el pasillo que desemboca en la pista de aterrizaje que nos llevaría a través de líneas marcadas sobre el asfaltado hasta la misma puerta de entrada del avión TAME destinado a volar hacia Quito a las nueve horas esa mañana. Alto, llevaba gafas que le daban toda la estampa de intelectual académico. Lo cubría una chaqueta deportiva que no necesariamente hacía juego con sus pantalones tipo jean. Definitivamente, el Sr. Ministro de Energía y Minas Alberto Acosta presentaba una imagen ajena a su cargo que a mí personalmente me complacía. No salía del cuarto VIP (siglas para la expresión en inglés Very Important Person) al estilo pelucón. Al contrario, más bien parecía que el concepto VIP y su persona se comportaban como el agua y el aceite. En resumen, me di cuenta de que contemplaba ante mis ojos un rebelde innato maduro, rebelde pero civilizado, sin pretensiones, sin arrogancia.

Sólo nos conocíamos telefónicamente. Fue en diciembre de 2005 cuando una noche el aún no anunciado pero futuro candidato a la Presidencia de la República del Ecuador me llamó desde su casa en Quito y me preguntó si conocía al Dr. Alberto Acosta. La memoria la tenía en blanco al respecto, pero balbuceé: “Creo que he escuchado su nombre en algún momento.”

Mi contesta no satisfizo a Rafael Correa. “¡Cómo no vas a conocerlo!” respondió el economista, con quien comparto el alma mater Universidad de Illinois. “¡Es la persona más conocida en el exterior acerca del tema TLC!”

“Sí, sí, ya recuerdo,” mentí diplomáticamente.

“Bueno,” continuó, “Alberto quiere publicar tu artículo ‘Las mentiras del TLC’. Quiere saber si lo tienes almacenado digitalmente para que se lo envíes por Internet.”

“Sí lo tengo almacenado en mi disco duro. Con mucho gusto se lo mando.”

“Perfecto. Entonces envíaselo a este correo electrónico,” dijo Rafael, y me dio el email de Alberto Acosta. Esa noche le transferí mi artículo por Internet y al día siguiente recibí una llamada a mi celular del Dr. Acosta, quien me agradeció el envío del mismo. Fue tan escueto y tajante que no logré sacarle una palabra más a este brillante académico prolífico autor de varios libros. En un momento dado, pensé que íbamos a discutir mi ensayo, aunque fuera sólo ligeramente. Pero nada. Me cerró la línea más rápido que un jet ultra-sónico.

Ahora lo perseguía por la pista de aterrizaje del aeropuerto para exponerle unas breves ideas sobre el uso del gas en las piladoras o arroceras ecuatorianas. Lo alcancé al pie de la escalera del avión.

“Señor Ministro, usted no me conoce en persona pero hemos hablado por teléfono.” ¿Por cuánto tiempo? ¿Treinta, cuarenta segundos? “Yo soy el autor de ‘Las mentiras del TLC.’”

“Ah, Pedro,” dijo automáticamente.

Me quedé atónito. Hacía más de un año y medio desde nuestra lacónica conversación, y todavía recordaba mi primer nombre. O tenía memoria prodigiosa o mi nombre había sonado lo suficientemente fuerte en Alianza País durante ambas vueltas de la campaña presidencial cuando le di mi apoyo vertical a Rafael Correa, trayendo al candidato tres veces a Montalvo, Los Ríos, donde inclusive en una ocasión almorzó en mi casa y descansó y se aseó en la habitación de mi hijo mayor.

“Acabamos de tener una reunión con la Dirección Nacional de Hidrocarburos en la gobernación de Babahoyo,” comencé, “y nos han recalcado las sanciones que se impondrán por el uso de gas subsidiado para el secado del arroz en la industria arrocera. Yo le digo lo siguiente: si pagamos un gas 700% más caro, ¿a quién, le pregunto yo a usted, transferimos el costo adicional de $1,50 a 2,00 dólares por quintal de arroz pilado? ¿Se lo pasamos al consumidor, incrementado el costo de la canasta básica ecuatoriana, en la cual el arroz es la principal fuente de carbohidratos, y a la vez echándole leña al fuego de la inflación nacional? O ¿se lo transferimos al productor arrocero, el ente más golpeado y vulnerable dentro del sector agrícola?”

“Eso sería grave,” musitó sin especificaciones el economista Alberto Acosta. “Creo que definitivamente hay que focalizar el subsidio.” Pero al día siguiente Acosta renunció a su función de Ministro de Energía y Minas y lanzó su candidatura a la Asamblea Constituyente.

Claro que en aquel entonces no habían surgido los nuevos subsidios como el del gas para los vehículos de los taxistas y el del trigo para los panaderos ($10 dólares por quintal). Porque de lo contrario, también le hubiera preguntado al Señor Ministro cómo era posible que se decretara un subsidio para el pan y no para el arroz cuando el pan se consume básicamente sólo en el desayuno y el arroz está presente perennemente en el desayuno, el almuerzo, y la merienda o cena; o cómo era posible que se subsidiara al taxista antes que a la industria arrocera cuando la profesión amarilla rinde sólo un servicio mientras la cadena arrocera en su totalidad produce un alimento crítico para el pueblo ecuatoriano; y cuando, además, como se ha comprobado en India, Malasia, China y Corea, un dólar producido en el campo repercute generando US $0,80 en las aldeas, pueblos o ciudades circundantes y de US $2 a 3 en el resto del país. Tampoco en ese entonces se había decretado la resolución de prohibir la exportación del arroz ecuatoriano—lo cual hubiera suscitado que le preguntara enérgicamente al Ministro Alberto Acosta cómo era posible que se le diera tan rudo golpe al sector productor arrocero con semejante medida retrógrada que atentaba no sólo contra el libre comercio entre países hermanos sino contra el bienestar económico del sector productivo más sensible y marginado de la patria y que a la vez nos forzaba a nosotros los productores arroceros, sin tener voz ni voto en el asunto, a subsidiar la canasta básica ecuatoriana por la baja en los precios de la gramínea propiciada.

De todo esto hice un resumen en la siguiente reunión con el Consejo Nacional de Hidrocarburos a la cual fui convocado el día 10 de octubre en la gobernación riosense en Babahoyo. El principal objetivo del evento de parte del CNH era aleccionarnos nuevamente y con más ahínco a los del sector arrocero de las sanciones que caerían encima de nosotros si utilizáramos gas subsidiado para el secado del arroz, sanciones ahora plenamente amparadas por la nueva ley de hidrocarburos emitida por el Congreso ecuatoriano y firmada por el Presidente de la República. Me acaloré tanto que arremetí contra la ignorancia e insensibilidad de los burócratas que rodeaban al Presidente de la República Econ. Rafael Correa y que irresponsablemente no lo asesoraban bien.

Algo de luz y esperanza, no obstante, destelló durante la reunión cuando un compañero del agro que no veía en algún tiempo expresó que algunos de su grupo de Ventanas habían tenido recientemente un diálogo sobre el tema con el Presidente Correa, quien les había manifestado que, según su criterio, dicha ley tenía sus puntos débiles y absurdos, uno de los cuales tenía que ver con la agro-industria. Es más, había puntualizado el Presidente que el gas equivalente a la bombona de 15 kg. no le debería costar, al industrial arrocero, maicero o soyero o al gremio agrícola que quisiera secar su propio grano, más de US $3,20. Con eso resolvimos, productores e industriales del sector de granos de la provincia de Los Ríos, unir los esfuerzos y, como un solo puño, llevar nuestro mensaje y agenda lo antes posible directamente a la Presidencia de la República. Porque si la patria ya es de todos, el gas no se puede quedar fuera.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

¡Cómo se contradicen los defensores del TLC!

¡Cómo se contradicen los defensores del TLC!
Por
Pedro López Juiz

Ya cuando nosotros los arroceros pensábamos que el tema TLC Ecuador-EEUU estaba muerto, por lo menos mientras el Econ. Rafael Correa fuera presidente del Ecuador, el Monstruo de Mil Cabezas levanta una de ellas y comienza nuevamente a balbucear incoherencias. Y esto de veras es lamentable y penoso, puesto que el tiempo ha agudizado la demostración de cuán viles y endebles han sido sus mentiras y contradicciones.

Una contradicción que últimamente llama mucho la atención es el rechazo por parte de los agro-exportadores y sus aliados intelectuales a los subsidios ofrecidos a dichos empresarios por el gobierno del Presidente Correa en el caso que Estados Unidos no condescienda a otorgarle a Ecuador esa migaja chantajista llamada ATPDEA.

Sorprende enormemente los comentarios al respecto provenientes del ex Jefe Negociador del TLC Manuel Chiriboga. Desde su nueva tarima Observatorio de Comercio, el cual dirige y donde lo acompañan varios ex funcionarios del gobierno de Lucio Gutiérrez, Manuel Chiriboga expresa con respecto a dicha promesa de ayuda gubernamental que “lo primero que puede pasar sería que los países miembros del Organización Mundial del Comercio (OMC) cataloguen a la medida como una práctica desleal”. Adicionalmente especifica que “esta acción introduciría al país en un litigio en este organismo, que puede generar sanciones de tipo arancelario para productos que ingresen al mercado, por ejemplo europeo, como son el banano, el brócoli, las flores, etc.”

Analicemos esto, y veamos cómo es el tiempo y la mala memoria. Recordemos esa ardua batalla contra el TLC cuando los opositores querían ablandar nuestros argumentos brindándonos ¿qué? Precisamente lo que ellos ahora rechazan. ¡Subsidios! El mismo Manuel Chiriboga inclusive era uno de los principales voceros de los subsidios para los agricultores de ciclo corto, arroceros, maiceros, y soyeros, y para los ganaderos. Jefe negociador nacional de aquel entonces, Chiriboga presentó un denominado “Programa de apoyo a la agricultura”, por medio del cual se destinarían 24 millones de dólares para los maiceros, dos millones para los agricultores de soya, 44 millones para los arroceros, y 24,5 millones para los ganaderos. Pero lo más interesante del caso es que este proyecto del señor Chiriboga era un castillo en el aire para confundirnos y engañarnos a nosotros productores de granos y a los ganaderos, puesto que dicho proyecto carecía de bases sólidas de financiamiento y además tras su aprobación podría desaparecer en breve tiempo. Pero primero el proyecto tenían que ser aprobado por el Congreso ecuatoriano—lo cual no iba a ocurrir ya que de antemano afectaría al sector social, el cual se sustenta con el dinero del Feirep (fondo al cual se destinan los recursos obtenidos por el excedente de la venta de petróleo—gracias a la gestión y obra del ex Ministro de Economía Rafael Correa, recuerden--y del cual provendrían los recursos para los mencionados subsidios al agro). Y para colmo, funcionarios del Ministerio de Economía y Finanzas aseveraron desconocer el programa, difundido por el Ministerio de Agricultura e ideado por Manuel Chiriboga, a través del cual se pretendía entregar la gran suma de120 millones de dólares en subsidios a nuestros agricultores y ganaderos. El ex Jefe Negociador tuvo hasta la desfachatez de proponer el pedido de préstamos internacionales para cubrir esos subsidios—medida que contribuiría en perjudicar el desarrollo del país puesto que lo endeudaría aún más y lo convertirá en un mayor dependiente de las finanzas internacionales.

Pero aquellos eran otros tiempos cuando el zapato estrecho nos tocaba ponernos a nosotros. Ahora que a los agro-exportadores y su comitiva les pertenece probarse ese mismo angosto calzado, parece que no les gusta, y hasta Manuel Chiriboga, su defensor a ultranza, sale con su espada literaria encendida desde la Torre de Marfil llamada Observatorio de Comercio a guerrear, aunque con apagados e irrisorios argumentos, contra la oferta de subsidios por parte del gobierno actual.

Pero ¡se les cayó la careta! Sus mentiras, incoherencias, e hipocresías son asquerosa y contundentemente obvias. Ya no engañan a nadie, y a los agricultores menos.

Modestia aparte, yo prácticamente predije este escenario. En un artículo mío titulado “TLC ecuatoriano: dolo, vicios de consentimiento y otros sacrilegios” y publicado en bilaterals.org el 17 de febrero de 2006, señalé:

“Las matemáticas son frías, pero los negociadores ecuatorianos quieren tapar el sol de los números con un dedo. ¡Qué absurdo que quieren darnos 120 millones de dólares a los arroceros, maiceros, soyeros y ganaderos, cuando el costo por las pérdidas de las preferencias arancelarias del ATPDEA serían sólo 20 a 25 millones de dólares, según las cifras del mismo Banco Central! Ese monto obviamente es menor que los subsidios que los negociadores prometen desembolsar a favor de los sectores sensibles del agro ecuatoriano. Entonces me pregunto: “¿Por qué no les prometen los 20 ó 25 millones de dólares, incluso hasta más, a los llorones multimillonarios agro-exportadores beneficiados por el actual ATPDEA, no para que no pierdan (porque ganan mucho, como por ejemplo, los floricultores, los cuales gozan de una utilidad de entre un 30% a 40% sobre las ventas, de manera que en el caso de ellos la ausencia de un ATPDEA no les haría ni cosquilla), sino para que sigan ganado gloriosamente como siempre y se le sequen las penosas lágrimas?” (Y al mismo tiempo recordemos que tales subsidios se harían, en el caso de la no firma de un TLC, desde una caja fiscal no afectada por pérdidas arancelarias.) La respuesta es fácil: los agro-exportadores no son idiotas (en el buen sentido de la palabra que le da Joyce de Ginatta a ese epíteto en sus conferencias) y saben perfectamente bien que tales promesas son ficciones de oportunistas, que son un amague, un finteo, una trampa, sólo para aquellos humildes ciudadanos susceptibles a las mentiras y los subterfugios, a cual grupo ningún agro-exportador pertenece.”

Pero ya dejamos todos nosotros de ser susceptibles a las mentiras y los subterfugios. Ahora que ellos caminen con nuestras sandalias y experimenten las peripecias de la vida cuando no se tiene cogido el sartén por el mango.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Prensa: primer culpabable de la prohibición de la exportación del arroz

Prensa: primer culpable de la prohibición de la exportación del arroz


Tanta culpa tiene el que mata la vaca como el que aguanta la pata. Este es el caso con la resolución ministerial de prohibir la venta de arroz hacia el vecino país colombiano. La Prensa aguijoneó tanto al gobierno con respecto al alza de precio de los productos clásicos de la canasta básica ecuatoriana, en particular, el arroz, lo asustó tanto con las repercusiones políticas y electorales posibles sobre el pueblo consumidor, es decir, inyectó tanta sensibilidad al tema que llevó al Ministro de Agricultura Carlos Vallejo a resolver detener las exportaciones de la gramínea hacia la nación del norte. Y esto, con toda la honestidad del caso, ha sido un tamaño “error no forzado” por parte del gobierno en el tenis político-económico ecuatoriano.

En el tenis se distinguen los errores de los “errores no forzados”. ¿Qué es un “error no forzado” en dicho deporte? Aquel que se comete por “nerviosismo”. Y esto es lo que ha sucedido aquí. Can gran astucia la Prensa metió tanta leña en el fuego de la subida de precios de la canasta básica que le alteró los nervios al gobierno y trastornó su pensar. El gobierno actual es un gran defensor de los intereses del sector agrícola, especialmente, el de los campesinos y pequeños y medianos agricultores. Pero la Prensa exageró las cosas, las puso bajo una tremenda lupa para generar la chispa que comenzará el incendio. Ahora los verdaderos arroceros estamos pagando las consecuencias del morbo periodístico.

También contribuyó con algo de combustible para el flagelo una agrupación de “industriales”, los cuales de repente y curiosamente han desarrollado una profunda animadversión hacia los empresarios arroceros colombianos que han venido al país para comprar y llevar nuestra gramínea a su país. ¡Lo que es el tiempo y la mala memoria! Recuerdo que hace sólo un tiempito atrás estos mismos “industriales” (y digamos la “plena”: algunos de ellos no son ni eso, sino meros comerciantes o comisionistas ecuatorianos que presumen ser capitanes de grandes industrias puertas afuera para el consumo mediático) tendían una espesa alfombra roja al empresariado colombiano arrocero, lo invitaban a dormir en sus casas, y hasta fungían servilmente de chóferes para los movimientos turísticos de sus huéspedes dentro del país.

Pero lo que pasaba era que en aquellos tiempos dorados estos señores colombianos les compraban a dichos industriales (y no tan industriales) ecuatorianos. Ahí los colombianos eran buenos. Ahora que el importador colombiano decidió extirpar la intermediación e incursionar “derechito” al campo y comprar directamente, “pelo a pelo”, al agricultor, y a mejores precios de lo que compraban los industriales criollos, los vecinos del país norteño se convierten para sus antiguos aliados en persona non grata. Es más, de la forma más desfachatada y desleal, estos ciudadanos ecuatorianos acusan a sus colegas colombianos de facilitar “el ingreso de dólares de dudosa procedencia” y de crear “una distorsión en los precios del arroz, arrastrando a la industria ecuatoriana a una crisis y a un futuro desabastecimiento interno.” Si esto es cierto, cuando los ilustres industriales ecuatorianos intermediaban para los “acusados”, ¿no se convertían los partícipes nacionales en cómplices de las “fechorías” de estos extranjeros?

En resumen, diríamos que el Gobierno nunca debió haberle hecho caso a la Prensa ni haber le escuchado a un minúsculo grupo de industriales que hoy por hoy sufren hipócritamente de una xenofobia fuertemente enraizada en la envidia. Ambas entidades distorsionaron la verdad y propiciaron el “error no forzado” del Gobierno que atenta contra el libre comercio, la unión económica entre países hermanos, y el bienestar y desarrollo del sector productor arrocero ecuatoriano. Ahora lo único que puede hacer el Gobierno es rectificar, porque nunca es tarde si la dicha es buena. No sería mala idea convertirse de repente en un Roger Federer y meter un fuerte saque por la “T” o centro y propinar un “ace” ganador. Derogar inmediatamente la medida prohibitoria de la exportación del arroz sería el golpe ideal y vencedor.

Pedro López
Presidente
Asociación Riosense de Arroceros y Soyeros

sábado, 16 de junio de 2007

El por qué los arroceros, soyeros y maiceros debemos apoyar a Rafael Correa

El por qué los arroceros, soyeros y maiceros debemos apoyar a Rafael Correa

Con el Economista Rafael Correa, el TLC con EEUU va al tacho de basura de la historia

El por qué los arroceros, soyeros y maiceros debemos apoyar a Rafael Correa

Por

Pedro López Juiz
Presidente de la Asociación Riosense de Arroceros y Soyeros

Ya es hora de comenzar a tomar decisiones serias con respecto a las próximas elecciones presidenciales del Ecuador y al candidato que los arroceros, soyeros y maiceros vamos a respaldar. Éste es uno de los años más cruciales para el país en toda su historia. Se debate la soberanía de la nación. Está en riesgo el futuro del Agro ecuatoriano. El imperialismo amenaza al país, por dentro y por fuera, con seguir cortándole las venas para perpetuar el desangre de sus recursos naturales agotables. En otras palabras, en estas elecciones, o saltamos al abismo del nuevo colonialismo impuesto por el Coloso del Norte o resolvemos valientemente tomar un rumbo distinto hacia nuevos modelos que aseguren mejores días para el pueblo ecuatoriano con equidad, justicia e independencia.

De todos los candidatos que han surgido en el horizonte electoral ecuatoriano para la actual contienda presidencial, el que más idóneamente representa los ideales mencionados y el que más firmemente defiende los intereses de nuestro agricultor es indudablemente el Economista Rafael Correa. El Economista Correa no ha mostrado ninguna ambigüedad o doble discurso cuando ha tenido que pronunciarse con respecto a temas candentes como el TLC con EE.UU. o la Oxy. Todo lo contrario: en todas sus intervenciones en la palestra pública, se ha comprobado como un legítimo patriota y un ardiente amante de la justicia, la reivindicación social, y la soberanía.
En el “Foro de Candidatos a la Presidencia de la República,” las posturas de cinco presidenciables se transparentaron. De allí podemos concluir que ya está más claro que nunca que él único que anda sin tapujos ni vueltas con lo que respecta el futuro del Ecuador y el futuro del Agro ecuatoriano es Rafael Correa.

En particular, fue contundentemente sincero en su postura en contra del TLC. Minutos antes, León Roldós acababa de aseverar que él convocaría a una Consulta Popular para dejar que el pueblo se manifieste sobre el Tratado de Libre Comercio. Una declaración de esta naturaleza por parte del candidato Roldós es ambigua, engañosa, y peligrosa, porque no sabemos cuán clara o confusa será la pregunta puesta por Roldós en la Consulta sobre el Tratado de Libre Comercio ni cuán fuertes serán la publicidad y la propaganda contratadas por los poderes económicos que manejan a su gusto los medios de comunicación, especialmente los televisivos, y que quieren el TLC a toda costa, aunque dicho acuerdo nos barra a nosotros los arroceros, soyeros, y maiceros del mapa agrícola. En cambio, Rafael Correa no titubeó en contestar que no perdería el tiempo en convocar tal Consulta sino que, asumiendo la Presidencia, inmediatamente echaría el TLC al tacho de basura de la historia.

Estas palabras de Rafael Correa, compañeros arroceros, soyeros y maiceros, conjuntamente con sus planes de reactivación para el Agro ecuatoriano, no sólo nos dan tranquilidad y esperanza sino que, de llegar el Economista Correa al poder, garantizarían nuestra permanencia, crecimiento, desarrollo y prosperidad en los campos de la patria.

Por eso: ¡CORREA A LA PRESIDENCIA!

TLC ecuatoriano: dolo, vicios de consentimiento y otros sacrilegios

TLC ecuatoriano: dolo, vicios de consentimiento y otros sacrilegios

El TLC ecuatoriano está contaminado de prácticas dolosas y vicios de consentimiento. La promesa de subsidios al agro es el engaño más horroroso que quieren cometer los negociadores contra no sólo los agricultores sino todo el pueblo ecuatoriano, puesto que los subsidios irían a la agricultura pero vendrían del pueblo.


TLC ecuatoriano: dolo, vicios de consentimiento y otros sacrilegios

Por Pedro López Juiz

Es obvio que, a estas alturas de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el equipo negociador ecuatoriano está actuando con demasiado apuro y máxima desesperación. Desde diciembre del 2005, Ecuador debió haber tenido la dignidad, valentía, y voluntad de levantarse de la mesa de negociación y haberle dicho al Todopoderoso del Norte que hasta allí había llegado todo, añadiendo un “Basta de abuso, basta de atropello, basta de humillación”. Pero Ecuador hizo lo opuesto: bajó la cabeza más, se arrodilló más, se deslizó más hacia el abismo de una eventual recolonización y esclavización total por parte del Imperio.
Por eso, cuando los negociadores ecuatorianos comienzan a hablar de subsidios para los sectores del agro del país que van a ser más afectados por dicho TLC, como los arroceros, maiceros, soyeros, y ganaderos, la gestión empieza a cambiar radicalmente de aspecto y adquirir tonalidades extrañas, sospechosas y oscuras, apuntando hacia dos cosas: dolo y vicios de consentimiento.

La promesa de subsidios al agro es el engaño más horroroso que quieren cometer dichos negociadores contra no sólo los agricultores sino todo el pueblo ecuatoriano, puesto que los subsidios irían a la agricultura pero vendrían del pueblo. Más allá de su falsedad, la propuesta del subsidio es divisoria y denigrante ya que pinta al agricultor como ineficiente y dependiente de la caridad del resto de la ciudadanía cuando en verdad la falta de competitividad de los mismos es causada por los gigantescos subsidios que reciban sus homólogos en EE.UU. así como la indiferencia y el abandono que el gobierno ecuatoriano ha mostrado hacia ellos desde hace muchos años a causa de la imposición proveniente desde el Norte mismo de ese fundamentalismo económico llamado neoliberalismo.

El primer cuestionamiento que le haríamos a estos señores Pinochos negociadores haría eco a las palabras de un ministro de gobierno en la época de Jamil Mahuad: “¿Y dónde está la plata?” La prensa diariamente reporta los problemas de iliquidez del actual gobierno. Por ejemplo, al Banco de Fomento le tenían que llegar $20 millones de dólares del gobierno central este año para la campaña agrícola invernal en la Costa, pero hasta el momento se le han acreditado a este banco estatal sólo $5 millones. Por otro lado, ocho provincias del país tienen listas sus agendas de paralizaciones indefinidas por los incumplimientos del Gobierno en la entrega de recursos para obras públicas, educación y salud. ¿Y dónde está la plata? Petroecuador, sentado encima de la bonanza petrolera del país, está al borde de la quiebra y le ruega al Ministerio de Economía que le tire un salvavidas de unos cuantos milloncitos. ¿Y dónde está la plata?

Además, estos ficticios subsidios tendrían que salir de una caja fiscal disminuida, puesto que el TLC significaría al Ecuador una pérdida mínima de $166 millones de dólares al gobierno en términos de aranceles (datos del Banco Central del Ecuador). Entonces, baja la caja fiscal y crean nuevas subvenciones al agro. ¡Qué increíble! Y yo tengo un terrenito en el medio del océano Pacífico que le quiero vender a alguien que sufra de la enfermedad Alzheimer.
Adicionalmente, los caraduras negociadores nacionales prometen subsidios cuando la FMI le insiste al Ecuador que elimine los mismos. El 9 de febrero de 2006 el Fondo Monetario Internacional, basándose en las conclusiones del análisis sobre la situación económica del país que fue hecho el 25 de enero de este año por su Consejo Ejecutivo, instó al Ecuador a reducir los subsidios al consumo de combustible y la electricidad. Es más, la corriente mundial, especialmente en la OMC, es hacia la eliminación de subsidios. Claro está que dicha corriente se debe aplicar sólo a los países del Sur, no los del Norte como EE.UU. ¡Por supuesto! No obstante, ésta es la tendencia, y el país en vías de desarrollo que no se someta a ella luego es colocado en una lista negra y castigado por las instituciones financieras internacionales cuando esa nación requiera de préstamos.

No cabe la menor duda de que la propuesta de los subsidios por parte de los negociadores es una burda, crasa y grotesca trampa, un grosero insulto a la inteligencia del agricultor y de todos los ecuatorianos. Para nosotros que hacemos ciclo corto, arroz, soya, y maíz, aceptar la carnada del subsidio equivaldría a un ignominioso suicidio y el comienzo de un colosal Agrocidio en el país. Pensando que todos nosotros somos iguales (o tal vez calculando que hay algunos que son “desiguales” y se van a sumar-o “vender”—a ellos), quieren ablandar conciencias con estas migajas, quieren hacer salivar a dirigentes ambiguos, haciéndoles pensar que parte de las subvenciones fluirán por el tamiz de sus seudo-gremios. Pero no es así, porque jamás van a ver la plata. Todo esto es una gran cinta cinemática made in Hollywood.

Las matemáticas son frías, pero los negociadores ecuatorianos quieren tapar el sol de los números con un dedo. ¡Qué absurdo que quieren darnos 120 millones de dólares a los arroceros, maiceros, soyeros y ganaderos, cuando el costo por las pérdidas de las preferencias arancelarias del ATPDEA serían sólo 20 a 25 millones de dólares, según las cifras del mismo Banco Central! Ese monto obviamente es menor que los subsidios que los negociadores prometen desembolsar a favor de los sectores sensibles del agro ecuatoriano. Entonces me pregunto: “¿Por qué no les prometen los 20 ó 25 millones de dólares, incluso hasta más, a los llorones multimillonarios agro-exportadores beneficiados por el actual ATPDEA, no para que no pierdan (porque ganan mucho, como por ejemplo, los floricultores, los cuales gozan de una utilidad de entre un 30% a 40% sobre las ventas, de manera que en el caso de ellos la ausencia de un ATPDEA no les haría ni cosquilla), sino para que sigan ganado gloriosamente como siempre y se le sequen las penosas lágrimas?” (Y al mismo tiempo recordemos que tales subsidios se harían, en el caso de la no firma de un TLC, desde una caja fiscal no afectada por pérdidas arancelarias.) La respuesta es fácil: los agro-exportadores no son idiotas (en el buen sentido de la palabra que le da Joyce de Ginatta a ese epíteto en sus conferencias) y saben perfectamente bien que tales promesas son ficciones de oportunistas, que son un amague, un finteo, una trampa, sólo para aquellos humildes ciudadanos susceptibles a las mentiras y los subterfugios, a cual grupo ningún agro-exportador pertenece.
Es también fehaciente que EE.UU. chantajea en el proceso de “negociación” del TLC. El chantaje más reciente lo dejo caer suavemente en el Ecuador la agregada agrícola estadounidense Melinda Sallers, quien puso en duda la continuación del programa de subvenciones al Ecuador llamado PL480, que ha estado en vigencia desde hace más de 30 años pero que súbita y extrañamente no entregará sus donaciones de trigo, cebada y otros cereales a partir de este año. El año pasado este programa significó para este país andino 3,4 millones de dólares en trigo. En un vergonzoso gesto de sometimiento, el Ministro de Agricultura Pablo Rizzo le preguntó a la agregada agrícola del Imperio si se suspendería las ayudas del programa para los próximos años, y la misma le contestó misteriosamente: “Habrá que ver.” Luego, el desconcertado ministro musitó con trizteza que tal vez dicha medida era “una especie de presión en las negociaciones del TLC.”
Por coincidencia o por diseño, se anuncia casi simultáneamente que EE.UU. hará un recorte del 43% a Ecuador en la asistencia económica proveniente del país del Norte para la lucha contra el narcotráfico. A la vez Adam Isacson, director del Centro de Políticas Internacionales, puntualiza que el Emperador Bush está “descontento” por “la falta de colaboración” del gobierno ecuatoriano. Todo esto sumado juntamente huele a sólo una cosa: chantaje.

Y no olvidemos los no tan sutiles comentarios de la embajadora Linda Jewell sobre la Oxy, tema que niega vincular con el TLC pero que casi siempre por coincidencia saca a relucir antes de pasar a mencionar el Tratado. De tal manera que a Ecuador no le ha quedado otra opción que recurrir al mismo tipo de maniobra chantajista, aludiendo al asunto de la Base de Manta en un forcejeo que no tiene nada que ver con el meollo comercial del Tratado pero que deja entrever claramente las irregularidades, cosas oscuras e imposiciones detrás de todo el proceso de negociación. Jorge Illingworth, Ministro de Comercio Exterior y parte del equipo negociador ecuatoriano, subraya esta realidad cuando constata que “nosotros no fuimos los que metimos en la negociación a temas no comerciales.”

Por ende, la actuación engañosa y dolosa de los negociadores ecuatorianos en contra de sus conciudadanos, los vicios de consentimiento fundamentados en la coacción y el chantaje que sistemáticamente el Imperio del Norte aplica como tortura lenta a la indefensa nación andina, y otros sacrilegios mucho más ocultos y por desenmascararse en un futuro no lejano, invalidarían, de acuerdo a los cánones internacionales, el cierre de la negociación, la firma presidencial y la aprobación parlamentaria del TLC Ecuador-Estados Unidos.

Pedro López Juiz, Presidente de la Asociación Riosense de Arroceros y Soyeros

Sicarios económicos, TLCes, y otros alacranes

Sicarios económicos, TLCes, y otros alacranes

Al Dr. Carlos Sánchez hace unos cinco años le hice una pregunta muy importante. Nos habíamos hecho buenos amigos en una lucha común por mejorar los precios del arroz producido por agricultores ecuatorianos en un año en que el precio de la saca de 200 libras de dicha gramínea se había desmoronado a la insostenible cifra de US $8.00.

Sicarios económicos, TLCes, y otros alacranes
Por Pedro López Juiz

Al Dr. Carlos Sánchez hace unos cinco años le hice una pregunta muy importante. Nos habíamos hecho buenos amigos en una lucha común por mejorar los precios del arroz producido por agricultores ecuatorianos en un año en que el precio de la saca de 200 libras de dicha gramínea se había desmoronado a la insostenible cifra de US $8.00. Ese año viajamos juntos en varias ocasiones a Bogotá y a los departamentos de Tolima y Huila para explorar las posibilidades de una exportación masiva del arroz ecuatoriano al país del norte para desfogar los altos excedentes que tenían los precios nacionales deprimidos.

Una tarde que me visitaba en las oficinas de ARAS (Asociación Riosense de Arroceros y Soyeros), le pregunté cómo era eso de ser Presidente de la República del Ecuador.
En aquel entonces, Carlos era Liquidador del ENAC (Empresa Nacional de Abastecimiento y Comercialización), institución del Estado ecuatoriano que manejaba una batería de silos para el almacenaje de granos en diferentes provincias de la República. Él bromeaba y decía que no era “liquidador” sino “salvador” del ENAC, puesto que no estaba de acuerdo con que el gobierno ecuatoriano se despojara de tan importante instrumento como el de silos intencionados a almacenar granos en los puntos picos de cosecha cuando los precios se deslizaban hacia el abismo y era crucial detener ese desliz sacando grano del mercado a través del bodegaje. Su esposa era prima de Jamil Mahuad, y siempre sospeché que el vínculo familiar y su apoyo al candidato en la campaña presidencial habían facilitado su designación como Liquidador (o Salvador, como él prefería considerarse) del ENAC. Por eso le hice la pregunta sobre la presidencia, imaginándome que tenía información desde el “inside” de la misma.

Pero su respuesta me desconcertó. “Pedro, la verdad es que no podría contestarte,” replicó. “En la campaña me reunía y hablaba con él constantemente, pero una vez que llegó al poder, todo contacto y toda comunicación con Jamil fueron frustradas. Inclusive, su celular lo contestaba una persona extraña y nunca me lo pasaban. Lo que si puedo decirte es que obviamente, instalado en la presidencia Jamil, le tendieron un cerco, un cerco prácticamente impenetrable.” Nunca me aclaró quiénes construyeron ese cerco.

Y ahora explosiona esa noticia del libro de John Perkins bajo el título de Confesiones de un sicario económico, e inexorablemente me lleva a atar las aseveraciones del espeluznante libro con la respuesta de mi amigo Carlos Sánchez sobre Jamil Mahuad.

¿Fue entonces Jamil Mahuad visitado tempranamente por un Sicario Económico del Imperio al comienzo de su presidencia, así como asegura John Perkins que fue visitado Lucio Gutierrez, quien a los dos meses de su mandato comenzó a apretarle las tuercas al pueblo ecuatoriano por medio de un plan de austeridad (el famoso “pinchazo”) que incluyó la elevación de los precios del combustible en un 35% y la congelación de los salarios del sector público por un año? Según Perkins, todos los presidentes ecuatorianos han sido visitado por un Sicario Económico estadounidense desde los años cincuenta cuando Kermit Roosevelt, un nieto de Teddy Roosevelt, ex-presidente estadounidense, inició esta práctica a favor de Tío Sam y las multinacionales norteamericanas. Por supuesto, no faltan los cuestionamientos hacia la veracidad del libro de John Perkins, pero es raro que una publicación la cual supuestamente sufra de autenticidad se convierta en tan poco tiempo en texto de enseñanza en universidades de renombre en Estados Unidos como DePaul University en la ciudad de Chicago y Wheaton College en el estado de Massachussets, además de llegar a ser un bestseller en ese país.

Adicionalmente, es natural y lógico que, con la incursión ruidosa de Confesiones de un sicario económico en la escenario ecuatoriano, cualquier ciudadano pensante también se ponga a hacer conexiones entre el proceso de negociación del TLC entre Ecuador y EE.UU. y la tesis principal del mencionado libro-es decir, que, para promover los intereses del Coloso del Norte y las empresas multinacionales estadounidenses, el Imperio recurre a los más perversos medios de persuasión, como sicarios económicos, coimas, chantajes, amenazas, y, cuando éstos no funcionan, el asesinato (Jaime Roldós, Omar Torrijos) o, en el último caso, la invasión militar (Iraq; Saddam Hussein tenía muy buenos guardaespaldas y demasiados dobles y los chacales de la CIA no lograron asesinarlo). De allí no hay que caminar mucho mentalmente para llegar a sospechar que el Tratado de “Libre” Comercio con el Ecuador—de suma importancia para Estados Unidos dentro de sus planes geo-estratégicos, geo-económicos, y geo-políticos para la región Andina y Latinoamérica—esté seriamente comprometido y contaminado, para no decir carcomido o putrefacto.

Por eso, ahora no me sorprende que una fuente fidedigna me haya informado que una persona muy allegada a los negociadores y, en particular, a un ministro del actual gobierno tenga amarrada la representación de una empresa de telecomunicaciones estadounidense, producto de sus esfuerzos a favor del TLC. (Y ¿cuántos amarres más, conseguidos por otros y basados en la misma gestión, no habrá debajo de la mesa y detrás del telón?) Ni tampoco me sorprende que dicha persona, evidentemente poderosa, se mencione como futuro dirigente del Comité Empresarial Ecuatoriano, que se convertiría, según fuentes periodísticas, en una instancia superior a las Cámaras de Producción y las Federaciones del país. Pero en cambio esto sí asusta, porque bajo estas circunstancias en el Ecuador pronto iríamos a pasar de una democracia endeble a una arrogante “corporatocracia” (para usar una neologismo del mismo John Perkins) manejada por vivarachos nacionales lacayos de las multinacionales del Imperio.

Inclusive, gracias a John Perkins, ahora comprendo el cambio brusco, el viraje tan radical, que hizo el cardiólogo Presidente con respecto al TLC ecuatoriano: de decir que el equipo negociador del país andino era “debilucho” y que él, Alfredo Palacio, jamás pondría la salud de su pueblo bajo jaque y riesgo y, por lo tanto, no ofrecería ni un año más de protección a los datos de prueba para fármacos; a estar dispuesto a dar en la CAN el tercer y determinante voto (conjuntamente con Perú y Colombia) para que dicha comunidad andina reforme sus normas con respecto a Propiedad Intelectual y permita que se prolongue la protección a los datos de prueba cinco años para fármacos y diez para agroquímicos, evitando puntualmente que las actuales leyes andinas contradigan esa parte del arreglo dentro de los TLCes cerrados ya por Perú y Colombia y del que Ecuador apresuradamente quiere concluir con la potencia del Norte en imitación de los otros dos países borregos.

Al hacer sus confesiones en el ocaso de su vida, John Perkins ha mostrado tener, a pesar de sus grandes pecados cometidos al servicio del Imperio, una gran dignidad, transparencia y valentía, cosas de las cuales obviamente ciertos actores nativos dentro del panorama de la negociación del TLC carecen de la forma más miserable y sórdida.

Pedro López Juiz, Presidente de ARAS (Asociación Riosense de Arroceros y Soyeros)

La Muralla Gringa y el Muro Verde

La Muralla Estadounidense y el Muro Verde
Un contraste espeluznante

El mundo del siglo XXI se desborda de ironías. Mientras que en una parte del globo terráqueo se alistan para la construcción del Muro de la Vergüenza, cuyo propósito principal apuntaría hacia la prevención del ingreso de miles de migrantes pobres dispuestos a arriesgar su vida en busca de mejores días, por el otro lado del planeta se construye la Muralla Verde, hecha de pinos, sauces, adelfas, enebros, espinos, álamos y otros árboles, cuya finalidad sería mitigar las tormentas de polvo provenientes del gran desierto de Gobi y detener la desertización en Mongolia.

La Muralla Estadounidense y el Muro Verde: un contraste espeluznante

El uno destruye y el otro protege

Por

Pedro López Juiz
Presidente de la Asociación Riosense de Arroceros y Soyeros

El mundo del siglo XXI se desborda de ironías. Mientras que en una parte del globo terráqueo se alistan para la construcción del Muro de la Vergüenza, cuyo propósito principal apuntaría hacia la prevención del ingreso de miles de migrantes pobres dispuestos a arriesgar su vida en busca de mejores días, por el otro lado del planeta se construye la Muralla Verde, hecha de pinos, sauces, adelfas, enebros, espinos, álamos y otros árboles, cuya finalidad sería mitigar las tormentas de polvo provenientes del gran desierto de Gobi y detener la desertización en Mongolia. Un muro, un invento estadounidense, la Gran Muralla Gringa, en contra del hombre y el medio ambiente; el otro, un proyecto mongol, el Muro Verde, a favor de la Humanidad y la Madre Naturaleza.

El Muro Verde se extenderá sobre más de 3.000 kilómetros y costará aproximadamente US $150 millones. Se proyecta su finalización en 30 años. Sin embargo, el otro muro, la Gran Muralla Gringa, a pesar de exhibir planes para una construcción de un tramo más corto, es decir, 1.126 kilómetros, costará no menos de US $1.200 millones, aunque algunos peritos estiman que su costo final será mucho más elevado, entre $6.000 y $8.000 millones. El alto costo se basa en que la Gran Muralla Gringa tendrá barreras vehiculares, aviones y vehículos a control remoto que portan radares y sensores capaces de descubrir una persona a más de 3 kilómetros de distancia, iluminación nocturna, y cámaras infrarrojas. Además se pretende aumentar en el 2008 el número de agentes de la Patrulla Fronteriza de 12.000 a 18.000.

Todo este despilfarro de plata ¿para qué? Para tratar de mitigar la incursión clandestina de más de un millón de indocumentados que año tras año intentan cruzar la frontera entre México y EE.UU. para lograr una vida más digna. Y ¿la coletilla de esta absurda e inhumana obra faraónica? Más muertos en las zonas inhóspitas del desierto sureño estadounidense. Entre octubre de 2005 y septiembre de 2006 hubo un total de 199 fallecidos en el intento de cruzar la frontera, y específicamente en los últimos 15 años en el desierto de Arizona se encontraron los cadáveres de 4.000 migrantes desafortunados. También se causarán daños serios al medio ambiente. Se destruirán hábitats y se dejarán sin acceso al agua a numerosos animales, incluyendo el ocelote y el jarguarundi, dos especies en peligro de extinción. El muro estadounidense además pudiera impedir la migración de decenas de especies, desde jaguares hasta halcones y colibríes, a lo largo de un corredor de vida salvaje que abarca ambos lados de la frontera.

El contraste entre los dos muros es escalofriante. El uno, el tecnológico, el sintético, el prepotente y desafiante, la Gran Muralla Gringa, se erige con la intención de frenar los anhelos de los pobres del continente americano por escapar del desempleo y la miseria, productos del TLCAN y el Neoliberalismo salvaje impuesto sobre ellos por el Consenso de Washington; a la vez que colateralmente causará más muertes humanas y destruirá fauna en peligro de desaparecer de la faz de la tierra. El otro muro, el de los nobles árboles, humilde y amigable, el Muro Verde, ofrece otra cara, la humana, y otra posibilidad, la de ser nuevamente solidario con el hombre y con la tierra que nos vio a todos nacer con los mismos derechos.

Carta a Ministro de Energía y Minas Alberto Acosta 12 de junio 2007

12 de junio de 2007



Dr. Alberto Acosta
Ministro de Energía y Minas
Quito, Ecuador


De mis consideraciones:


Cada día me afianzo más y más a la idea de que Ecuador es un país maravilloso, maravillosamente contradictorio. El caso del gas muestra un exquisito paradigma al caso.


Para empezar, señalo el Decreto Ejecutivo No. 196, publicado en el Registro Oficial No. 50 del 21 de octubre de 1996. En su Artículo 4, reza lo siguiente: “En caso de detectarse que el GLP para uso doméstico, es utilizado en actividades diferentes a la cocción de alimentos o salga ilícitamente del país, las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, la Dirección Nacional de Hidrocarburos, las Intendencias, Comisarías Nacionales, Tenientes Políticos o los Jefes Políticos, procederán al decomiso (cursivas mías) de los cilindros comprometidos en esta irregularidad, debiendo entregarse a Petrocomercial, sin opción a reclamo alguno.” Sin embargo, la Constitución Política de la República del Ecuador señala en el Artículo 33 que: “Para fines de orden social determinados en la ley, las instituciones del Estado, mediante el procedimiento y en los plazos que señalen las normas procesales, podrán expropiar (cursivas mías), previa justa valoración, pago e indemnización, los bienes que pertenezcan al sector privado. Se prohíbe toda confiscación (cursivas y negritas mías).” El decreto mencionado es previo a la Constitución de 1998 citada. Además sabemos que ningún decreto puede estar por encima de la Constitución.


Por otra parte, el Art. 3 del Decreto Ejecutivo No. 196 establece que: “Para el consumo de GLP en industrial, hoteles y toda actividad de producción de bienes y servicios, con fines lucrativos, se utilizará exclusivamente cilindros de 45 kg. (cursivas mías), conforme establecido para el sector industrial…” Sin embargo, la sugerencia hecha bien intencionadamente por una importante comercializadora a los industriales de que instalaran tanques grandes arrojaría nuevamente a los industriales a la ilegalidad de acuerdo a este decreto, puesto que estos tanques 1) no son cilindros y 2) tienen capacidades más allá de los 45 kg. Pero lo más absurdo e irónico del caso descansa sobre el hecho de que los cilindros de 45 kg. prácticamente no existen en el país.


Contradicciones son lo que más abunda sobre el tema gás. Usted mismo, Señor Ministro, reveló en el programa “Cero Tolerancia” que un gran magnate guayaquileño se beneficia del Estado con US $5, 907,000 con el uso ilícito del gas doméstico en bombonas de 15 kg. Y nos preguntamos: ¿Qué ha hecho el gobierno actual para ponerle fin a este abuso? Y si ha hecho algo, ¿dónde están los resultados? Por otro lado, desde su Ministerio sale un fuerte subsidio para el sector pesquero en términos de la entrega de combustibles por debajo del costo del gobierno. El subsidio promedia US $436,517 por buque industrial y US $93,240 por nave de pesca no industrial. Y nos preguntamos: ¿Cuál es la razón o sinrazón de ese enorme subsidio a un sector económicamente oligárquico mientras que a los industriales arroceros, quienes laboran tan cercana y estrechamente con el agricultor, prácticamente los declaran persona non grata y los persiguen como delincuentes comunes por el uso del gas? ¿No entiende el gobierno que al golpear al industrial arrocero golpea a la vez al pequeño, mediano y grande productor de arroz, que el pilador y el productor arrocero viven en una fuerte y perenne simbiosis? O ¿será que el magnate guayaquileño y los dueños de buques pesqueros están por encima de los piladores en categoría de ciudadanos?


Como dice Carlos Vera, no confundamos al enemigo. El enemigo no son las piladoras. El enemigo son los contrabandistas del gas y combustible. Usted mismo señaló que el 22% del gas total ecuatoriano se va de contrabando, mientras que el sector industrial y comercial usa sólo el 8% del mismo. Pero ese 22% de gas que se fuga por las fronteras no nos sirve de nada en este país y significa exclusivamente pérdida para el gobierno y un subsidio para pueblos de países ajenos. En cambio, los industriales arroceros inciden en el costo de la canasta básica ecuatoriana. De tal forma que una subida en el costo del gas para las tareas de secado de grano del sector industrial arrocero basado en el precio de la bombona de 45 kg. se traduciría en un alza de US $ 1.50 a 2.00 por quintal de arroz pilado. Y ese costo se tendría que trasladar hacia alguna parte. O se transfiere hacia el consumidor. Y, por ende, hacia a la canasta básica (no olvidemos que el arroz es la principal fuente de ingesta de carbohidratos para el ecuatoriano promedio y, en particular, el pobre). O, si no queremos tocar al ciudadano, el costo se reversa hacia el productor arrocero, lo cual sería una gran injusticia dado que dicho agricultor representa un sector sumamente vulnerable y sensible. No obstante, traslademos el costo hacia delante o hacia atrás, una realidad impera: la cadena arrocera se vuelve menos competitiva al incrementarse los costos industriales básicos de secado de grano. Todo esto pudiera culminar en que no podamos seguir exportando y desfogando arroz hacia Colombia al mismo ritmo de años anteriores y se nos forme tan alto excedente de la gramínea que los precios de este grano se derrumben hacia los abismales niveles de hace no mucho tiempo atrás, US $7 y 8 la saca de arroz en cáscara, cuando casi todos los productores arroceros coqueteamos con la quiebra y muchos cayeron en ella.


Por lo tanto, señor Ministro, le exhorto muy comedidamente, que enfoque legalmente el actual subsidio vigente al gas hacia el sector industrial arrocero ya que dicho grupo representa un irremplazable eslabón dentro de una de las más sensibles y vulnerables cadenas agroalimentarias del país, cuya cadena al la vez expresa por excelencia el concepto universal de la seguridad alimentaria. Es legítimo.


Agradeciendo de antemano la atención prestada a esta misiva, quedo


Respetuosamente,


Pedro López Juiz
Arrocero Agro-industrial
Montalvo, Los Ríos


cc. Eco. Rafael Correa Delgado, Presidente de la República; Ing. Carlos Vallejo López, Ministro de Agricultura

martes, 12 de junio de 2007

El torpedo que hundió el Titanic del TLC y salvó a los arroceros

El torpedo que hundió el Titanic del TLC y salvó a los arroceros

Por Pedro López Juiz

A nosotros los arroceros ecuatorianos ya nos tenían vendidos. Éramos parte del perverso proceso del toma-y-daca, del quid pro quo, por medio del cual íbamos a ser entregados a los romanos del siglo XXI a ser sacrificados en la nueva Cruz llamada Libre Comercio. Éramos la carnada, junto con el maíz, la soya, la carne, lácteos, propiedad intelectual, el petróleo, y el agua, que ciertos miserables negociadores ecuatorianos (que se deben a la industria exportadora más que nada) ponían en el anzuelo para atraer al gran pez imperial. Por supuesto, nos engañaban infamemente, haciéndonos pensar que ellos los negociadores iban a defender incansablemente nuestras líneas rojas (que no fueron escogidas por arroceros auténticos sino por “chuchumecos” de estos Judas), cuando en verdad dichos traidores sabían perfectamente bien lo que quería e imponía Tío Sam: una desgravación total a doce años máximo (todo producto tiene que llegar a cero arancel, dice la Roma Imperial moderna, menos lo que EE.UU. determine como el azúcar) con un contingente del 5% del consumo nacional, es decir, de 28,000 a 30,000 TM por año. Con esa desgravación y ese contingente, nuestro sector caía en cuidado intensivo en un año o dos y era prácticamente emasculado y sepultado a los tres.

Los casos de México, Honduras y Haití muestran cuán sensible y vulnerable es el arroz para nuestros países de América Latina y cuán nefasto efecto tiene la importación del arroz estadounidense a los mismos. De 30,000 productores de arroz que habían en México antes del TLCAN (el TLC entre México, Estados Unidos, y Canadá), hoy quedan sólo 5,200 arroceros. Antes del TLCAN existían 250,000 hectáreas sembradas de arroz; después de 10 años de ese injusto tratado, sobrevivían apenas 70,000 hectáreas. Hoy por hoy el 85% del arroz consumido en México proviene de EE.UU. Sin embargo, estas importaciones masivas de arroz del Coloso del Norte (que ascendieron desde 250,000 TM en 1993 a 800,000 TM diez años después) no ayudaron en nada a detener en México la estrepitosa trepada de un 257% del costo de la canasta básica.

Todo esto fue el resultado de un TLC, pero el caso de Honduras no necesitó de un Tratado de Libre Comercio para llegar a las mismas consecuencias que México. Se requirió sólo que un gobierno apátrida redujera los aranceles al arroz gringo para que el país se inundara del mismo y quebrara a miles de arroceros hondureños, la mayor parte de ellos, como siempre en estos barbáricos procesos, pequeños y medianos productores.

En el año 1991 Honduras sufrió una sequía que afectó la cosecha nacional del arroz, y brusca y apresuradamente el gobierno de ese país decidió reducir el arancel a las importaciones de arroz para cubrir el supuesto déficit. Esta medida ocasionó que en pocos meses se importara una cantidad de arroz equivalente al consumo nacional anual, de tal manera que cuando entró la próxima cosecha los productores arroceros carecían de mercado al cual vender su grano, puesto que los industriales estaban repletos de la gramínea importada del Norte. Este fenómeno, conocido en Honduras como el arrozazo y combinado con otro similar ocurrido en el año 1998 cuando el Huracán Mitch arrasó por el país y Honduras recibió ayuda alimentaria de EE.UU., incluyendo arroz, devastó el sector arrocero, causando que la producción del grano desde 1991 a 2002 se redujera un 86% y que el número de productores cayera de 25,000 a menos de 2,000, mientras que el relacionado número de empleos directos e indirectos pasaba de 150,000 a 11,200. Cuando en 1989 se habían importado 5,000 TM, en 2002 Honduras importó 145,441 toneladas de arroz estadounidenses, equivalente al 95% del consumo nacional—lo cual significa que el gasto de las importaciones de arroz se incrementó de 1 millón a más de 20 millones de dólares anuales. No obstante la competencia desleal del arroz de EE.UU. que emana de las medidas de dumping de dicho país, el precio del arroz al consumidor en Honduras ha subido en términos reales un 12% en un período de 10 años.

El caso del arroz haitiano es tan pavoroso como el hondureño. En este tercer ejemplo, también se evidencia la mano de EE.UU. manipulando las cuerdas detrás del telón para facilitar el cierre del último acto de la obra de un país arrocero. Dos décadas atrás, Haití era casi autosuficiente en arroz. Pero en el año 1986 por las exigencias perversas de los prestamistas internacionales, incluyendo el Fondo Monetario Internacional, Haití abrió su mercado arrocero a EE.UU. Es decir, el gobierno militar haitiano de ese entonces aceptó préstamos internacionales a cambio de la apertura del jugoso sector de ese grano. El resultado inmediato fue que la producción de la gramínea se redujera en un 50% mientras que las importaciones de arroz estadounidense se multiplicaran por un factor de 50. Los primeros embarques de arroz procedentes del país del Norte tuvieron que ser escoltados por el ejército armado nacional para poder llegar a sus destinos locales sin ser atacados por los iracundos arroceros nativos. En 1994 las barreras proteccionistas a favor del grano fueron reducidas aún más, de un arancel de 35% a uno de 3%, el más bajo en la región (comparativamente, la República Dominicana mantenía un arancel de 40% en aquel entonces), cuando el derrocado ex-Presidente Jean-Bertrand Aristide negoció su retorno al poder basado, entre otras cosas, en una mayor apertura al arroz estadounidense. El desenlace de esta serie de claudicaciones comerciales es que hoy por hoy el 75% del arroz consumido en Haití provenga de EE.UU., y colateralmente que, de un país con una población de 8 millones de habitantes, haya emigrado un millón de ciudadanos a tierras norteamericanas.

Nosotros arroceros ecuatorianos ya éramos arrastrados por el equipo negociador, aupado por el poder económico industrial y agro-exportador del país, hacia una Vía Crucis similar a las de los países mencionados, cuando un milagro ocurrió. El 29 de marzo de 2006, cuando la Última Ronda o Ronda XIV estaba en plena vigencia, la Ley de Hidrocarburos, forjado por el Presidente Alfredo Palacio y el Ministro de Economía Diego Borja, fue aprobada por el congreso nacional, el cual reformó la misma, cambiando la repartición de las ganancias del petróleo extraordinarias de 50%-50% a 60%-40% (60 para el estado ecuatoriano, 40 para las petroleras). Al día siguiente cuando bajé de mi habitación en el hotel Washington Plaza a desayunar, un delegado a la Ronda por el sector industrial de aceites oleaginosos, Jorge Troya, se me acercó y lamentó: “Oye, viejo, se cayó el TLC.” Controlando mis emociones de euforia, pregunté: “Y ¿cómo así?” “La Ley de Hidrocarburos, viejo,” balbuceó. Como nunca me ha gustado hacer leña de árbol caído, respondí hipócritamente, “¡Qué pena!” Y dejé a Jorge en el lobby sacudiendo su cabeza desconcertada y tristemente.

Esa noche 30 de marzo, sin embargo, en la Reunión Informativa que el equipo negociador realizaba todas las noches en algún salón del hotel aludido, Manuel Chiriboga arrancó el evento con una gran sorpresa. “Hoy la reunión fue absolutamente regular,” dijo textualmente. No lo podía creer. O mi amigo Jorge Troya se había equivocado bárbaramente o el Jefe Negociador ecuatoriano era un payaso mendaz. Al día siguiente se constató la verdad. Jorge Troya había dado en el blanco.

El viernes por la noche el pequeño grupo opuesto al TLC se fue a cenar en un restaurante chino con uno de los negociadores oficiales del gobierno. A diferencia de los otros negociadores, Santiago Díaz no representaba al poder económico sino al CONESUP (Consejo Nacional de Educación Superior) y mantenía, junto con Vinicio Baquero (presidente del CONESUP), una línea vertical, patriótica y soberana dentro del proceso negociador. Esa noche nos quedamos espeluznados cuando Santiago nos contó cuán despóticamente se habían comportado los negociadores estadounidenses frente a sus homólogos ecuatorianos al haberse enterado de la Ley de Hidrocarburos.

“O derogan esa ley o ¡no hay TLC!” vociferaron los gringos enardecidos. “¡Afuera están nuestras petroleras que ponen el grito en el cielo y nos reclaman! Búsquense una buena discoteca donde bailar esta noche, porque mañana no tienen nada que hacer.”

“Santiago, entonces la Ley de Hidrocarburos,” comenté yo, “fue el torpedo que impactó en el corazón de este fatídico Titanic, donde nos habían montado a todos nosotros y al Ecuador a la fuerza.”

Santiago se sonrió. “Pegó cuando menos se lo esperaba, y por donde menos se lo esperaba, la Mesa de Servicios, que nosotros de CONESUP prevenimos, a base de amenazas de denunciar a Chiriboga, que se cerrara indebidamente cuando él se apresuraba a hacerlo puesto que esa mesa contiene asuntos trascendentales como recursos naturales, incluyendo hidrocarburos.”Con un profundo sabor a victoria en nuestras almas, nuestro grupo rebelde caminó las nocturnas calles de Washington de regreso al hotel. Todos nos sentíamos invencibles aun estando en el epicentro del poderío político y económico mundial. “¡Sí se puede!” estoy seguro que cada uno de nosotros rugía por dentro.

Esa noche fue una de las más felices de mi vida.

El TLCAN: Libro de Apocalipsis para el Ecuador

El TLCAN: Libro de Apocalipsis para el Ecuador Por Pedro López Juiz

“Those who do not remember their past are condemned to repeat their mistakes.” George Santayana “Aquellos que no recuerdan su pasado están condenados a repetir sus equivocaciones.” Jorge Santayana

Para prever lo que sucederá en el caso de que Ecuador firme su Tratado de Libre Comercio con EE.UU., no se necesita tener gran imaginación ni gozar de una gran capacidad econométrica. Ya todo está escrito a grosso modo al respecto para el Ecuador (así como para todos los presentes y futuros firmantes de un TLC con EE.UU.) en el Gran Libro de Apocalipsis llamado TLCAN. Los estudios basados en diez años de TLCAN (el tratado comercial firmado entre México, EE.UU., y Canadá) comienzan a proliferarse pródigamente. La mayoría de ellos llegan a la conclusión de que el TLCAN ha sido un desastre para la mayor parte del pueblo de México y una bonanza para las Multinacionales de Norteamérica. Otra conclusión en la cual muchos estudiosos del tema coinciden es que el sector más afectado de México por dicho tratado fue la agricultura y que dentro de la agricultura el más golpeado fue la actividad de ciclo corto, como granos y oleaginosas. Estos mismos funestos desenlaces producidos en México y extrañamente previstos antes de acontecer por el mismo Fondo Monetario Internacional en un boletín del 10 de agosto de 1992 ocurrirán en Ecuador como consecuencia de la firma del TLC por parte del país andino, tal vez hasta en mayor escala de descalabro, dadas las circunstancias de superior grado de asimetría entre Ecuador y EE.UU.

En un índice de desarrollo humano (año 2000) dentro de los países de todo América, Ecuador ocupa el puesto 27 entre 34 países en total, México el 14, y Estados Unidos el 2. Por otro lado en un estudio de vulnerabilidad ante los acuerdos del TLC (año 2003) hecho entre 18 países dentro del cual el primer puesto indica la mayor vulnerabilidad y el lugar 18 refleja la menor vulnerabilidad, Ecuador se coloca en el puesto 2 y México en el puesto 16, superado sólo por Costa Rica y Uruguay. Queda claro que un país como Ecuador, altamente vulnerable en referencia a aperturas comerciales extra-territoriales, profundamente deficiente en términos de competitividad a nivel regional y mundial, y agudamente susceptible a las coimas del “hombre del maletín”, no puede medirse en el mismo cuadrilátero con el Mike Tyson de los superpesados del comercio global, Estados Unidos de América. Hacerlo sería equivalente a cometer el más absurdo suicidio nacional.

Mientras que Ecuador tiene una población de 12 millones, Estados Unidos goza de una de 285 millones. Es decir, Estados Unidos es 24 veces más grande que Ecuador en términos de población. Entonces sólo de esa asimetría podemos inferir que los efectos producidos por cualquier movimiento de productos de un país a otro serían como mover la población de Guayaquil, Guayas a Montalvo, Los Ríos, es decir, desastrosos, o como mover la población de Montalvo a Guayaquil, es decir, equivalente a la picada de un mosquito, insignificante. México contiene una población de 100 millones de habitantes y por lo tanto es 8 veces más grande que Ecuador en ese sentido. En cuanto al PIB (Producto Interno Bruto), Ecuador produce 31, 722 millones de dólares, México 428,800, y Estados Unidos 8.351,000. En otras palabras, el PIB de Estados Unidos es 19 veces mayor que el de México y 263 veces mayor que el de Ecuador. Entonces se puede concluir fácilmente que los efectos del TLC con Estados Unidos serán muchos más fuertes para el Ecuador que para México.

Por eso, lo que ha sucedido en México después de una década de TLCAN debería asustar de sobremanera al pueblo ecuatoriano, puesto que no augura nada bueno para el país andino, país que sufre de muchas más desventajas que el primero y se encuentra totalmente carente de una agenda interna para la activación productiva y es ciego en cuanto a visión futurista. Pero esa historia mexicana sí tiene un alto valor utilitario en el sentido de que nos alerta a todos a los peligros que correría Ecuador, o cualquier país latinoamericano, que firme un TLC con EE.UU., pues estaría botando su futuro al basurero, convirtiéndose en colonia del Imperio del Norte y en campo de concentración fabril de las Multinacionales estadounidenses. El paradigma más idóneo de lo que acontecerá en Ecuador es el sector arrocero mexicano. Con el TLCAN, lo que le cayó encima a los arrozales del país azteca fue un tsunami. Esto debería servir de alerta roja para cualquier país agrícola por excelencia, como Ecuador, que tenga productos agroalimentarios hipersensibles ante los alimentos multimillonariamente subsidiados de Estados Unidos. En México hoy el 80% del arroz consumido proviene de Estados Unidos. Antes del TLCAN, en México se sembraban 250,000 hectáreas de arroz y había 30,000 arroceros. El terremoto del TLCAN dejó sólo 70,000 hectáreas y 5,200 productores. La causa principal de este debacle fue, sin duda alguna, los subsidios que goza el arroz de Estados Unidos, y lo que hace tanto daño como los subsidios es el hecho de que la mayor parte de los mismos son otorgados a Multinacionales, con las cuales el gobierno estadounidense tiene una relación oscura e incestuosa. Sólo una mega-empresa arrocera como Riceland Foods Inc. de Stuttgart, Arkansas (estado donde fue Gobernador el ex-presidente Bill Clinton, ¡qué coincidencia!) recibió $533 millones de dólares entre 1994 y 2005. Ese tipo de exagerada concentración de poder económico en las Multinacionales pavimenta el camino para que éstas puedan pulverizar las humildes economías agroalimentarias de los países en desarrollo como México y, en un futuro, Ecuador.

No obstante, en el año 2002 México hizo un último intento patriótico por salvar su arroz, imponiendo aranceles al arroz de grano largo estadounidense bajo la premisa de que dicho arroz se vendía a un valor por debajo de sus costos reales, es decir, que Estados Unidos exportaba su arroz a precio de dumping. Entre 2000 y 2003, Estados Unidos promedió un costo total de producción de arroz procesado de 46 kg de US $18.54, mientras que su precio promedio de exportación para dicho grano fue US $12.43. Esto es un innegable ejemplo clásico de dumping. Sin embargo, cuando en el año 2003 Estados Unidos elevó a la OMC el caso de los aranceles mencionados en la forma de un litigio en contra de México, la Organización Mundial de Comercio extrañamente falló en el mes de diciembre del 2005 a favor del Imperio. De tal manera que ya deberíamos comenzar a preguntarnos: ¿De qué no son dueños los Amos del Universo?

Porque lo quieren todo, y no dejan en paz ni la agricultura del los más pobres del planeta, el arroz. A través de la nanotecnología, quieren adueñarse del mundo del átomo. A través de los subterfugios de la Propiedad Intelectual, exigen Título de Propiedad de la vida misma. A través de la NASA, anhelan conquistar nuestra luna y Marte y el resto de nuestro sistema solar, para desde allí saltar, como Ícaros arrogantes, hacia las estrellas, las mismas que adornan su bandera, que en otra época para muchos significó valores trascendentales como la libertad y la igualdad pero que desde hace un tiempo para acá un puñado de malvados han secuestrado y convertido en símbolo de la codicia sin límites, la opresión inhumana, y el imperialismo desquiciado.

lunes, 11 de junio de 2007

El $uper muro norteamericano: producto del impacto de los TLCs

Cuando nos llega la noticia de la futura construcción del Super Muro Norteamericano, inmediatamente se nos viene a la mente el TLC de Centro América, que firmaron los distintos gobiernos de esa región hace sólo meses, así como el TLC Andino, que recientemente rubricó Perú. Por Pedro López Juiz (Presidente, Asociación Riosense de Arroceros y Soyeros) Porque ellos no van a buscarte Ellos no van a salvarte Ellos no van, ellos no van, no, no Tú no la vas a creer. “Fíjate bien” (Juanes)

La sociedad moderna cada día inventa nuevas formas alucinantes de mantenernos a nosotros los adultos, a nuestros jóvenes, y a nuestros niños entretenidos y embobados. Las máquinas electrónicas de juegos virtuales que a diario se proliferan como hormigas gigantes en manos de niños, adolescentes, y hasta mayores y adquieren una creciente verosimilitud hasta tal punto que llegará el momento en que la realidad de dichos juegos rebasará la de nuestra vida cotidiana; la televisión, el cine, y, por supuesto, el fútbol, el endiosado fútbol que nos hace sufrir y soñar a todos como criaturas, nos mantienen lejos de ponernos a ponderar los últimos acontecimientos nacionales y atar los cabos de los mismos que presagian un desenlace catastrófico para el Ecuador.

Los acontecimientos a los que me refiero son los espásticos e ingenuos intentos del gobierno ecuatoriano por firmar un nefasto y asimétrico tratado de libre comercio con la primera potencia económica y militar del mundo-acontecimientos que, vinculados a lo que ha sucedido en México durante 10 años después de la firma del TLCAN (el TLC entre EE.UU., Canadá y el país azteca), auguran que cosas iguales o más fúnebres caerán como lluvia ácida sobre esta nación andina. En pocas palabras, México se ha convertido en el espejo donde podemos observar nuestro triste futuro. Lo que ellos han sufrido y están sufriendo será también nuestro castigo si claudicamos y firmamos ese horrendo y engañoso acuerdo llamado TLC Andino. Los norteamericanos tienen un lema estupendo: “The handwriting is on the wall.” Lo escrito a mano reposa sobre la pared. Esta expresión (equivalente a decir: “lo que va a suceder se cae de la mata”) viene perfectamente bien al caso y reverbera llena de ironía con respecto al gran muro que Estados Unidos va a construir en su frontera con México, porque allí precisamente está “the handwriting,” la escritura escandalosa, el mensaje fatídico para todos nosotros latinoamericanos garabateado con gran desprecio por parte del Imperio: “Después de que firmen su TLC conmigo, no esperen misericordia ni compasión de parte mía. No voy a buscarles ni voy a salvarles. Les tendré, como baraja debajo de la manga, sólo este gigantesco e interminable muro para mantenerlos distantes, tranquilos y obedientes bajo una nueva esclavización y una recolonización dentro de la tierra que los vio nacer pero que ya no será únicamente suya. Ustedes no lo van a creer.”

La construcción de este enorme cerco doble (que tendrá 1.100 kilómetros de largo y será el muro más largo del mundo, gozando de detectores de movimiento e iluminación nocturna) es parte de una legislación que fue aprobada el 15 de diciembre de 2005 por la Cámara de Representantes de Estados Unidos por 260 votos a favor y 159 en contra y que fue respaldada plenamente por el presidente George W. Bush. El muro, que ya se comienza a comparar con el abominable pero ya derrocado Muro de Berlín y costará un millón de dólares el kilómetro con una factura total de 1.100 millones de dólares, se erigirá en partes de California, Arizona, Nuevo México y Texas. El propósito esencial del Muro Norteamericano es frenar la masiva inmigración de latinoamericanos, presente y futura, hacia EE.UU. En realidad, no hay que reflexionar mucho ni exagerar demasiado para ver la semejanza entre esta gestión y otras previas similares por parte de EE.UU. y hacer la inmediata conexión con el TLCAN, que ha sacudido a México, con el TLCAUSA (el TLC entre Centro América y EE.UU.), que está en vísperas de causar las mismas o peores convulsiones en los países centroamericanos, y finalmente con el TLC Andino, que está a punto de parir sus fetos trillizos monstruosos (ya dio a luz a uno de ellos, el peruano).

Por eso, decimos que no es pura coincidencia que en el mismo año en que entró en vigencia el TLCAN mexicano, es decir, en el 1994, arrancó un gran operativo de vigilancia fronteriza estadounidense contra los indocumentados mexicanos, maniobra que llevó el nombre de “Operación Guardián” y que incluyó la inicial construcción de muros y una creciente militarización y paramilitarización de la frontera. Estas medidas no lograron detener el torrente de emigrantes mexicanos que llegó a alcanzar la escalofriante cifra de 650 mil al año y que arriesgaban la vida para cruzar la frontera estadounidense y escapar el desempleo, el hambre y la miseria que iba dejando el TLCAN como estelas en su invasión virulenta del país azteca. En el campo fue donde más golpeó este cáncer. Allí, según la Secretaría del Trabajo (STPS), desde la vigencia del tratado se han perdido 1.780.000 empleos, 600.000 de los cuales están relacionados con los granos básicos. Los salarios de aquellos afortunados que pudieron mantener un empleo también se desplomaron, bajando el salario mínimo un 23% en términos reales (de su poder adquisitivo) y el salario contractual reduciéndose un 12% desde la vigencia del TLCAN. Para éstos también se les encareció la vida. Por un lado, los precios de la canasta básica treparon un 257%, y, por el otro, los de las medicinas se fueron por las nubes, de tal manera que hoy por hoy México tiene los medicamentos más caros de América Latina. Después de la oprobiosa negociación que dio paso al cierre del TLCAN, a la cual no le faltaron promesas vacías por parte de la representación mexicana de proteger los cultivos “sensibles” y estratégicos del país, el gobierno de la nación azteca fue más allá de ser cómplice apátrida de los gringos e infamemente echó sal a honda herida ya hecha en el pecho del Agro mexicano, eliminando sin necesidad, a los dos años de haberse firmado dicho tratado, los aranceles pactados para la importación de productos agrícolas estadounidenses, perdiendo el gobierno mexicano miles de millones de dólares por no cobrar los aranceles, calculados en US .9 miles de millones para el maíz y unos US millones para el fréjol, y, por consecuencia, volviéndose los agricultores de México mucho menos competitivos.

Por esa razón, cuando el jefe negociador ecuatoriano Manuel Chiriboga dice que habrá subsidios para los productos “sensibles” nuestros, nos causa una sonrisa de rabia por dentro porque sabemos que miente incoherente y descaradamente, en particular ahora cuando está en plena boga en la OMC la cantaleta de eliminar los subsidios a la agricultura en todos los países del mundo. Un país tan pequeño y sumiso como Ecuador no se va a pelear de repente en contra de esta corriente mundial.

Todo esto influye en que, cuando nos llega la noticia de la futura construcción del Super Muro Norteamericano, inmediatamente se nos venga a la mente el TLC de Centro América, que firmaron los distintos gobiernos de esa región hace sólo meses, así como el TLC Andino, que recientemente rubricó Perú. Los norteamericanos saben con certeza científica lo que pronto se les vendrá encima cuando comiencen a cuajar el TLCAUSA por allá por Centro América y el TLC andino por allá por Perú y talvez por allá por Colombia y también por aquí por Ecuador; cuando se les empiecen a fundir tres ríos de hambrientos y despojados indocumentados (el Centroamericano, el Andino, y el Mexicano); y cuando todo eso se les complique convirtiéndose en un inmenso tsunami con un solo rumbo, Norte, con una sola misión, cruzar la frontera estadounidense, y con un solo lema, “¡USA o muerte, llegaremos!” Ahí entonces veremos si, a pesar de la Gran Muralla Gringa, las balas de caucho que las autoridades fronterizas estadounidenses hoy les disparan a los desesperados migrantes (y que inclusive recibieron el visto bueno por parte del presidente Vicente Fox, alias “cachorro”) tienen que ser cambiadas por las de plomo, tan multitudinaria y alocada pudiera tornarse la avalancha de seres humanos que se arrojen de un lado al otro.